Biomasa y etanol en el sistema de transporte
Uno de los combustibles primarios que se pueden producir a partir de la biomasa es el etanol. Se espera que el aumento del uso del etanol como combustible de automoción se traduzca en menos emisiones de gases de efecto invernadero y en una menor dependencia de los combustibles fósiles en forma de petróleo. Sin embargo, la tecnología actual limita la cantidad de biomasa y la producción de etanol, lo que limita su uso en el sistema de transporte.
Las mayores concentraciones de etanol se producen por fermentación de granos almidonados como el maíz. Sin embargo, también es una fuente de alimento para los animales y los seres humanos. Los científicos están trabajando en métodos para derivar el etanol de la celulosa vegetal para que pueda destilarse a partir de los residuos vegetales, así como de los granos.
En la actualidad, la celulosa vegetal es muy difícil de descomponer en las moléculas de azúcar que se necesitan para que la fermentación funcione. Se han detectado ciertas enzimas que son capaces de realizar esta acción, sin embargo, su producción requiere una gran cantidad de energía en sí misma.
Una posibilidad prometedora es la creación de «biorrefinerías» que funcionan de manera muy parecida a las refinerías de petróleo. Además de la producción de etanol, se podrían capturar polímeros a base de biomasa y otros productos. La lignina podría utilizarse como combustible para impulsar el proceso de refinación y otros materiales podrían utilizarse como fertilizante para futuros cultivos.
Una vez que se establezca un sistema que pueda refinar todos los productos utilizables de la biomasa celulósica, la producción de etanol y otros materiales podría ser la respuesta a los problemas asociados con el uso de combustibles fósiles de muchas maneras.
Sería esencial calcular el impacto ambiental de la producción de suficientes materias primas de alta energía para abastecer a una refinería o planta de combustible de este tipo y cómo afectaría a la producción de alimentos y piensos. No cabe duda de que habría que encontrar un equilibrio entre los cultivos y las tierras utilizadas para la producción de alimentos y las tierras dedicadas a la producción de cultivos energéticos.
Además de los cultivos cultivados específicamente para la conversión en combustible de etanol, los residuos vegetales podrían utilizarse como materia prima, lo que ayudaría a compensar una parte de este conflicto entre la demanda de alimentos del mundo y su demanda energética.
La primera clave para hacer que la producción de etanol a partir de biomasa sea un sustituto factible de los combustibles fósiles puede residir en las enzimas de ingeniería genética y los microbios que son más eficientes a la hora de descomponer las moléculas complejas de la celulosa en azúcares simples que fermentarán y formarán etanol. Sin embargo, habría que tener mucho cuidado para asegurar que las enzimas y los microbios de la bioingeniería no escaparan al medio ambiente.
La industria de la biomasa y el etanol se enfrenta a muchos problemas en el sector del transporte. Algunas de ellas van más allá de la producción de etanol y abarcan el uso adecuado de la tierra cultivable y el equilibrio entre la producción de alimentos y la producción de energía. Se necesita más investigación para determinar exactamente el mejor curso de acción, pero es una certeza que con los combustibles fósiles como recurso finito que se agotará algún día, la expansión de la producción de biomasa y la conversión a etanol es una de las claves para mantener el mundo en movimiento.